SI BEBES, NO LLEVES UN GOYA

Reconozco que entiendo más bien poco de cine, que tengo escaso sentido crítico y me trago todo lo que me echen (sigo refiriéndome al séptimo arte, que quede claro eh!) y que la industria lo llevaría claro si dependiera de mi gasto en las salas.
Pero, mire usté que fui uno de esos casi 3.400.000 televidentes que decidimos ver “en diferido” la entrega de los Premios Goya ,no se que razón habrá para este falso directo!
Y sinceramente, no comparto como este tipo de galas se convierte edición tras edición en un monótono desfile de personajes, sin chispa, sin tensión, carente de originalidad … rozando en ocasiones lo casposo. Me sorprende que esto pase, precisamente, mientras se premia la creatividad, la imagen, la dirección, la producción, el guión -¿hubo en la gala?- de nuestro cine.

Así no me extraña que tras tres interminables horas de auto aplausos, de espectáculo sin clase y de lamentaciones por el daño que provoca la piratería -que para eso había que aprovechar la presencia del ministro- muchos huyeron, por patas, a algunas de las fiestas organizadas por las productoras ganadoras (que para eso el premio les hará reanimar sus raquíticas taquillas).
Y es que no hay nada mejor para ahogar las penas, y vaya que si fue de pena la dichosa gala, que un canapé de plástico y varias copitas de cava en alguna de las múltiples salas de la villa (donde los porteros rebosan amabilidad, no existe el garrafón, puedes disfrutar de algún bolo en directo y no se les permite la entrada al gremio de los espías “oficiales”, todo un lujo!)

Eso debió pensar Albert Soler, en estado de trance por lo animada de la noche, que le sobraba paraguas, abrigo, bufanda y los tres kilos de estatuilla. Todo al guardarropa!


Mientras, me ponía el pijama apurando el último chester del día, descargaba un Goya del emule y disfrutaba de un temazo ….